domingo, 22 de febrero de 2009

The awfuly charming, brilliant, wicked city (village) of Basel

He llegado a Basilea, a la casa de un amigo. Amigo, es decir: él y su novia se alojaban en el hostal de Veliko Tarnovo (Bulgaria) al que llegué el año pasado por obra y gracia del taxista que hablaba español (esa es otra historia). Mi vuelo de Ryanair llegaba hasta acá, y resultó que él vivía acá -es decir, específicamente en esta ciudad de Suiza-. Me había vuelto a contactar con él por si podía alojar a la Ronit, y resultó que terminó alojándome a mi. Mañana vamos a Lucerna, ciudad en que creció, para el carnaval.
Julian Schmidli vivió en Chile, creo que por un año, entre 2004 y 2005. Habla español bastante bien, y ese dialecto extrañísimo que es el alemán suizo -parece que incluso hay diferencias lingüísticas importantes entre ciudad y ciudad-. Vive en un piso con dos amigos, dos amigos que trabajan como modelos desnudos. Su novia, Christina -a quien conocí también en Veliko Tarnovo, pero que añora está enseñando ski a niños en las montañas- vive relativamente cerca, en casa de sus padres. Trabaja como periodista para una revista de música, por lo cual posee una considerable colección de discos.
Ahora vamos a cocinar Raclette, luego de un sightseeing tour por Basilea, muy corto: la ciudad, según ellos, tiene 170 mil habitantes. Ni tres veces el Nacional -de hecho, como hoy había futbol, nadie se veía en las calles: en el estadio hay lugar para casi todos-.

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