domingo, 22 de marzo de 2009

La cuna de la civilización

Hola queridos
Estou en A Coruña en casa de Pablo, mi primo -creo que ya les había dicho: nos conocimos en la casa de su familia de la calle Plaza de la Charca Mojona, La Losa, Segovia, hace cinco años; cuando Sandra y Luis me llevaron para huir del calor-. Han sido unas jornadas culturales a cargo de Alberto, su cuñado, que viene de Betanzos; supuestamente (según él), la cuna de la civilización: de allí provienen "mogollón" de cosas, como la rueda, la escritura, el vino, el tipo de construcción presente en los castros celtas, las embarcaciones que luego usaron los vikingos... incluso los Incas partieron a Perú desde Betanzos. Ah, y tuve la suerte de venir en fin de semana largo: aquí en el norte es fiesta por San José.

El primer día (viernes 20) me recogió Pablo en la estación: debo sentirme tremendamente honrada, llegué a una hora terrorífica -"un coñazo"- para alguien que no madruga "ni para dios". Me preguntó si me "molaba" la idea de recorrer Coruña en bicicleta: claro, sin duda, me parecía "de flipar". Alberto quiso unirse; así que fuimos los tres en un completísimo bici-tour pasando por los jardines, la Plaza de María Pita -heroína de la ciudad, que infundió a las tropas el valor necesario para enfrentar a no sé qué invasores; según Pablo, probablemente los españoles-, el museo arqueológico emplazado en el Castillo de San Antón -ilustrísimo atesorador de la más importante colección de restos betanceiros en toda la comarca-, el paseo peatonal que bordea toda la costa, la Torre de Hércules -torre romana, al parecer la más antigua de Europa- y el sector de las playas. Esta ciudad es prácticamente una isla: está unida al continente por un estrecho itsmo que ha ido ensanchándose a lo largo de los años -han ido construyendo hacia los lados para "ganarle terreno" al mar-.
Terminado el paseo -que no creáis que fue tan ligerito: a pesar de poderse cruzar de un lado a otro, en su parte más estrecha, en sólo un par de minutos, Coruña es todo cuestas-, fuimos a por Cristina -hermana de Pablo, mujer de Alberto- y luego a buscar dónde comer: parece mentira, pero a eso de las tres y media casi todas las cocinas estaban ya cerradas -se están volviendo europeos, dicen-. Encontramos abierto un barcito bastante "enxebre", lleno de gente y de papeles en el suelo, pero sólo quedaba tortilla; así que sólo nos "tomamos" una tapa y probé otra aberración a la que luego me hice adicta: la clara con limón, cerveza de barril con el mismo "refresco" que le ponen al tinto. Ahí se nos unió Inés, amiga de ellos, y nos fuimos a ver si finalmente cumplíamos la misión de encontrar dónde comer pulpo; plato nacional y unánime antojo de ese día. Lo logramos: definitivamente el mejor que haya probado -los "chipis" y los "tigres rabiosos" (choritos en salsa picante) tampoco lo hacían nada de mal-. Y por último un café "al solete", compartiendo terraza con un cuasi mendigo un tanto vociferante.
Continuamos el paseo, los cinco y a pie, hacia la cidade vella; tan vella (vieja) que en muchos sitios parece caerse a pedazos -por todos los rincones pueden advertirse brutales efectos de la sal y la humedad-. El interior de las iglesias huele como a sótano de casa del litoral, y quizás sea precisamente eso lo que les confiera cierto encanto especial -el encanto de la vejez inmaquillable-. Una de ellas, la más antigua, si mal no recuerdo, está justo enfrente de la casa de Franco -parece que está cerrada todo el tiempo: la casa digo-. Hay también un pequeño jardín construido en honor a un capitán inglés -hay veces en que son los buenos-: allí solía jugar Pablo con sus amigos cuando era pequeño -vivían en pleno casco antiguo-, y desde allí se tiene una buena panorámica de la bahía y del puerto -o ex puerto, ahora que están construyendo uno exterior-. Y, justo al lado, un museillo -el edificio, sólo el edificio, "está curioso"-.
Terminamos la jornada en la Plaza de María Pita: supuestamente iríamos de copas por la noche, pero el descanso previo -cada quien en su casa- estaba demasiado bueno para ser interrumpido. Mi primo había conseguido una película nueva, colaboración entre un director inglés y Bollywood, que vale la pena ver.

(continuará: falta el sábado y el domingo...)

No hay comentarios:

Publicar un comentario