sábado, 26 de febrero de 2011

Trabajando hasta tarde (y paseando también, claro)

Queridos. Escribo poco porque paseo mucho, y porque cuando me siento al computador me pillo cosas de trabajo, y bueno, cuando me doy cuenta son ya las 3 de la mañana. Lo cual indica que estos últimos días han sido productivos, aunque no para el blog, claro. Ahora a ver si me voy a dormir, que mañana voy de excursión otra vez, pero ahora con mi prima Cristina, a quien aún no conozco, aunque esté durmiendo en su cama hace varias noches, como hace dos años. Por acá todo muy bien, en familia, con este tío mío con el que me llevo de lo más bien, hablando de literatura y otras hierbas, pero nada muy en serio, o como dice un amigo suyo: que lo mejor para pasar el rato es hablar frivolidades con gente inteligente. Hoy fuimos a parar, por casualidad, a una sesión de jazz en el bar de un hotel, nada del otro mundo, pero se dejaba escuchar, y el contrabajista era todo un show man. Antes, habíamos estado un buen rato en una librería buscando diversas cosas, algunas más raras que otras, y a mí me bajó esa especie de tristeza que siempre me da al entrar en estos sitios en España: la tristeza de la comparación. Les quedo debiendo el relato de los pueblos medievales, que mañana pasan por mí relativamente temprano, y para variar es relativamente muy tarde.

No hay comentarios:

Publicar un comentario