Como es habiual en estos casos, la casualidad -o mi inconsciente, por supuesto- hizo que se retrasara mi arribo al unico compromiso impostergable de este mes y medio: Londres y el bar-Mitvah. Perdi mi ferry de la manyana, inclemencia del tiempo, reserva tomada con mucha anticipacion, ensalada de horarios en la memoria. Por fortuna -mas bien, por la precaucion que mi cabeza distraida ha aprendido a tener, de vez en cuando al menos- habia reservado todo con un dia de holgura, asi que puedo llegar manyana con tranquilidad, la vispera del gran evento.
Con todo, el clima y mi equivocacion me jugaron una buena pasada: la fascinacion por los paisajes me llevo a Galway y Connemara, y la ineficiencia de los buses me hizo llegar a Dublin cuando ya todo estaba cerrado, ayer por la tarde, y me quede sin ver un monton de cosas. Asi que todo esto me viene bastante bien: es pasado el mediodia, y escribo luego de haber leido un par de paginas de Los viajes de Gulliver -edicion de unos 12 por 8 centimetros, del 1800, que me trajeron envuelta en un paquetito de carton- en la Biblioteca Nacional de Irlanda -para hacerlo, tuve que sacar un carnet de socia, con foto y todo-, y de ver una exposicion dedicada a William Butler Yeats en el mismo lugar. Ahora estoy tratando de cambiar mi boleto de tren desde Holyhead (vaya un nombre) a Londres, por chat con The Train Line UK (alta tecnologia, como ven). Probablemente deba pasar una noche en Holyhead, pues mi ferry llega como a las 12.
Y bueno, sin otro particular, me despido. Ah, y a partir de manyana, espero poder mandarles post decentes -transcripciones de mi libreta y fotos incluidas-, desde conexiones a Internet decentes. Y un consejo: NUNCA se les ocurra comprarse un netbook Hewlett Packard.
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