Esta es mi ultima noche en Suiza. Me es dificil creer que haya pasado una semana desde que llegue, y por otro lado es como si hubiese sido mucho mas que eso. Probablemente, porque esta estadia y la de hace dos anyos, en cierta forma, parecen solaparse. Me resulta aun mas dificil creer, si me pongo a hacer calculos, que con Julian haya compartido solamente dos semanas, o algo asi, en tres anyos, y con Christina un poco menos. Pensar que los conoci una noche en un hostal de una pequenya ciudad Bulgara, jugando un estupido juego bulgaro -que, precisamente, se llamaba "estupido"-, y que al anyo estuviera quedandome en su casa -en esta misma en Lucerna, y en el dapartamento que entonces el arrendaba en Basilea- por una especie de coincidencia -el vuelo que consegui desde Londres aterrizaba alli, nada fue planeado-. Naturalmente, cuando seis meses despues viajaron a Santiago, se quedaron en mi casa. Supuestamente serian un par de dias, pero resulto ser como una semana. Conocieron hasta a mi bisabuela. Y ahora, yo tambien me quede una semana con la familia de Julian, y resulta que tambien me siento como en familia. Todo por un estupido juego bulgaro y el pasaje mas barato desde Londres.
En fin. Habria que ser demasiado arrogante para llamar a esto casualidad, me diran. Al respecto, justamente hoy -otra casualidad- me tope algo mismo en el libro que estoy leyendo: Homo Faber de Max Frisch, un clasico suizo -recomendado por Julian- que pillamos en Berna traducido al ingles. Cito (traduzco del ingles, por si acaso):
"No niego que fue mas que una coincidencia el que las cosas resultasen como resultaron, fue toda una serie de coincidencias. Pero que tiene que ver la Providencia? Yo no necesito ninguna explicacion mistica para la ocurrencia de lo improbable; las matematicas lo explican adecuadamente, por lo que a mi respecta".
Y bueno, siendo casi la 1 de la manyana, creo que me limitare a un pequenyo resumen de lo demas... tendran que disculparme, es que esto de llegar a la casa de gente en Irlanda (cambie Hospitality Club por Couchsurfing, buena decision, dato para el que le interese) toma tiempo.
Hoy fuimos con Julian en tren a Lucarno, en la parte italiana de Suiza. La idea obedecia basicamente a dos razones: 1) ir en busca de buen tiempo, y 2) hacer algo que permitiese a Julian trabajar un rato -en este caso, unas 5 horas totales de viaje en tren-. En los dos sentidos tuvimos exito: cundio el trabajo -mientras yo alternativamente leia, contemplaba el paisaje alpino, y dormia- y efectivamente encontramos buen tiempo -sol y casi 8 grados, que en este contexto es practicamente veraniego-. Es bastante impresionante el cambio entre la parte alemana y la italiana: desde el cambio de idioma en los anuncios del tren, hasta el paisaje, el clima, las construcciones -destaco unas iglesias de piedra color pizarra en el camino, una maravilla-, el "ritmo" de las ciudades -en un par de horas pudimos ponernos "in a holiday mood"-, la comida -comimos pizza y "amarettikirsch", que me dio por llamar "amarettikirsche", es decir, confundi guindas con iglesias... mi inconsciente operando, por supuesto, me diran-, etcetera. En suma, toda una visita a otro pais.
A todo esto, y aqui viene el titulo de esta publicacion, mientras caminabamos por la ribera del lago, mirando los patos de cabeza verde -en el de Lucerna hay cisnes, no se si lo dije ya-, me di cuenta de algo un tanto obvio: las imagenes de los puzzles que uno armaba en las tardes de invierno -esos de como 1000 piezas- existian en la realidad. Quiero decir, mas exactamente, que todas esas imagenes mentales que alguien o algo nos introdujo cuando chicos -a nosotros los latinoamericanos, quiero decir- y que no tenian nada que ver con nuestro mundo -i.e., navidades nevadas, lagos con cisnes, patos con la cabeza verde, caserios de techos de dos aguas al pie de montanyas blancas, bosques naturales de pinos, etc- existian en la realidad. Solo que a un Atlantico de distancia. La idea encuentra su correlato en la realidad fenomenica. Buena cosa.
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