He llegado a Madrid, después de al menos 10 horas de insomnio, con la tv que no funcionaba y sin que mis neuronas consiguiesen leer, sentada junto a un tipo calvo que viajaba por una beca en la Universidad Autónoma. Sí, conversamos algo, lo justo y necesario: no concibo estar 13 horas al lado de alguien, ni hablar de dormir, sin saludar, sin averiguar ciertos datos mínimos que permitan cierta tranquilidad. En este caso, el asunto fue más allá y terminamos hablando, no me pregunten cómo, de la función social del arte. Cosas que ocurren. Como haberme encontrado con un compañero de colegio en la cola para abordar al avión -él trabaja en el aeropuerto-, el mismo al que saludé en el metro hace unos meses, cuando iba yo a donar sangre para mi abuelo. Sincronías de la vida, me dirán. Yo prefiero llamarlas meras casualidades.
A la salida mi cerebro se parecía a una sala de espera -llegaban fragmentos de conversaciones cruzadas, interferencias de vario tipo, trozos de texto inidentificables, imágenes conocidas que no alcanzaban a cuajar en recuerdos, y una sensación pesada, soporífera, en fin-. Ahora mi cerebro se parece a la sala de computación del hostal donde me quedo: con luz artificial en pleno día, en un tiempo que no es el tiempo de mi reloj, el OK Computer de fondo, intentos fallidos de comunicar algo a alguien, a alguienes, a no se sabe quién. Son las 4:30 de la tarde, pero a la vez son las 12:30, y a la vez no es ninguna de las anteriores. Supongamos -esperemos- que todo esto sea efecto del poco sueño, los muchos trámites y malos ratos de mis últimos días en Santiago. De lo contrario, os garantizo un blog altamente inconexo y aburrido...
En fin, creo que es mejor que salga a pasear o me vaya a dormir, por mi bien y sin duda por el de ustedes: me estoy tomando una "licencia para latear" que ciertamente no me corresponde. Madrid está bella, como siempre, y no hace tanto frío como temí.
Hasta pronto.
Sin duda todos los cambios se acumulan, y no para bien, en nuestro cerebro y en nuestro cuerpo.
ResponderEliminarTodo se irá pronto, querida. Sin duda.
Te lo dice tu amiga que no te mentiría.
Suelta todo, no temas, no esperes, no corras, no pienses demasiado...
siente, respira profundo, toca, saborea, mira...